Recientemente tuve la oportunidad de participar en el evento “Hacia Ciudades Más Seguras”, organizado por el Instituto Republicano Internacional, el cual reunió a un grupo selecto de personas provenientes de México, El Salvador, Colombia, Honduras y claro está, Panamá, para debatir sobre los desafíos y oportunidades de las Políticas de seguridad ciudadana en la región.
Luego de varias participaciones e interesantes debates, la conferencia dejó algunas lecciones aprendidas:
- Es indispensable superar la vieja dicotomía reacción – prevención, ya que ésta es una falsa disyuntiva: la prevención es una mirada que permite situar el tema de la inseguridad en una perspectiva de más largo plazo que debe articularse con los esfuerzos por reducir la discriminación, la inequidad y la falta de oportunidades. La coordinación interinstitucional, la planificación de mediano y largo plazo, así como la generación de consensos sociales y políticos, es clave para alcanzar políticas de seguridad integrales (prevención – reacción).
- El énfasis territorial es también un asunto clave: la experiencia demuestra que las buenas prácticas de algunas localidades solamente generan el traslado de las actividades ilícitas a otros territorios vulnerables. La estrecha colaboración entre la sociedad civil, los sectores empresariales y los diversos niveles de gobierno es un aspecto fundamental para las Políticas de seguridad ciudadana.
- La continuidad de las políticas de seguridad ciudadana es un aspecto igualmente clave, lo cual requiere que se superen dos condicionantes críticos: a) la tendencia de los gobiernos centrales de sentirse “amenazados” cuando emergen liderazgos locales o regionales, b) la tendencia de las nuevas autoridades a hacer un “borrón” y cuenta nueva cada vez que llega un nuevo gobierno, especialmente si pertenece a un partido político diferente al que gobernaba.
En el evento, se presentaron varios casos de buenas prácticas de seguridad ciudadana: el de la recuperación de espacios públicos con sentido ciudadano en la ciudad de Panamá y San Miguelito, en Panamá; el de la sinergia entre sociedad civil y gobierno local de la ciudad de Puerto Cortés, en Honduras, el uso de la tecnología para promover iniciativas de sinergia ciudadana en Monterrey, México, y el de la planificación de largo plazo de la ciudad de Medellín, Colombia.
El caso de Medellín, expuesto por el Subsecretario de Planificación de la Seguridad, Camilo Arango, es clave porque demuestra que la superación de los tres desafíos arriba mencionados es posible, gracias en primer lugar a la claridad, el liderazgo y el compromiso de las autoridades locales, pero también a la convergencia y sinergia que emergió de diversos actores, y en los que participan las universidades, las autoridades nacionales, la sociedad civil organizada, los empresarios locales, y las principales fuerzas vivas de la sociedad, de manera que este consenso social y político es el que ha garantizado la continuidad de las políticas de seguridad ciudadana, que lleva ya dos décadas de vigencia.
Al final, los participantes entendieron que la complejidad y los enormes desafíos que implican las políticas de seguridad ciudadana, requieren un abordaje integral y solidario, porque las amenazas no son sólo para un sector o grupo: tarde o temprano nos alcanzan a todos. La respuesta, por tanto, debe involucrarnos a todos.
Nota al lector: Luis Mack fue uno de los expertos internacionales invitado a la conferencia del IRI sobre el tema de comunidades seguras que tomó lugar en Panamá, el 21-22 de abril 2016. Sus comentarios aparecieron primero en la página de web de Analistas Independientes de Guatemala y los hemos republicado con el permiso del autor.
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