“Usted porque no sabe Facetimear, ¡yo sí! “ escuché decir a una señora de mediana edad a otra en una pequeña población de muy pocos recursos y bastantes retos del oriente de Guatemala, haciendo referencia a que ella utiliza video conferencia para comunicarse con otras personas.
Menciono esto pues nuestra época está marcada por cambios vertiginosos, mucho de ellos provocados por innumerables avances en la ciencia y la tecnología y es innegable que los mismos han afectado muchas vidas alrededor de todo el planeta. Para bien o para mal la tecnología es un vector de cambio en nuestros tiempos. Con estos cambios ha llegado toda una jerga a nuestra vida cotidiana, en donde la palabra inteligente o Smart, se ha vuelto de uso común; tenemos ahora desde teléfonos inteligentes o Smart phones hasta ciudades inteligentes o Smart Cities.
Pero ¿Qué es una ciudad inteligente? ¿Qué elementos debe tener para denominarse así? Reflexionaba muy a conciencia sobre esto dada la invitación a un panel sobre este tema en el marco de la conferencia de alcaldes que nos hiciera la Universidad Internacional de Florida (FIU) que, junto al Banco Mundial, organiza hace ya veintidós años en Miami. Personalmente creo que muchas veces la jerga da poder, me explico: al decir que algo es Smart o inteligente, pueden asumirse muchas cosas, por ejemplo que algo va a predecir o solucionar como por arte de magia alguna situación. Me pareció una buena oportunidad poder compartir mi punto de vista con los más de quinientos asistentes a este evento, ya que la veo como una plataforma excepcional además de ser gran responsabilidad compartir la mejor calidad de información posible.
La experiencia en nuestro trabajo en IRI nos ha demostrado que, si bien es cierto, la democracia en general y la gobernabilidad en particular no están exceptas de la influencia que presentan los cambios tecnológicos, la tecnología, por muy avanzada que sea, en sí misma y aislada no soluciona nada. Un aplicativo, una cámara, sensores o cualquier dispositivo de avanzada, si no está solucionando un problema real en la dinámica de una ciudad, es solo un artefacto inútil; si el mismo no es recibido por una comunidad de usuarios, que sepan cómo y para qué utilizarlo, tampoco sirve de mucho.
En una ciudad, los ciudadanos que son el usuario final de los gobiernos sean locales o centrales, no solo tienen derechos sino obligaciones pero más allá de esto tienen aspiraciones, sueños, ideas y en general buscan una vida mejor. El punto central de lo que compartí en este panel en los Estados Unidos, es que hemos observado muchas interesantes iniciativas inteligentes, muchas de ellas excepcionales; pero, las realmente exitosas aplicables al gobierno local y no solo en el mundo de negocios son las que logran balancear tres aspectos: suplir una solución; Utilizar la tecnología adecuada y disponible y cumplir con los marcos regulatorios, la ley y en consenso con su ciudadanía.
¿Es una ciudad inteligente la que usa más tecnología? Creo que no, es aquella que la usa de una manera inteligente.
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